Semana Santa dejaría respiro económico en el sector turístico hondureño

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Desde el primer lempira (moneda local) que ingresó en esta Semana Santa, la industria turística de Honduras echó a andar el contador de la ganancia; fue como encontrar el oasis o la Tierra Económica Prometida luego de que el año pasado esa mini temporada no reportara un solo centavo.


Tanto el sector empresarial como el Gobierno ven en estos días de celebración católica, históricamente la mejor temporada del año para la industria catracha del ocio, la posibilidad de que luego de la postración total se registre al menos una leve señal de mejoría en el intento de volver a ponerse en pie.

Autoridades del Turismo hondureño calculan en más de 35.000 millones de lempiras (1.449.418.600 dólares) las pérdidas ocasionadas a la industria sin chimeneas por la pandemia de COVID-19, que ya redondeó la cifra de 4.500 muertes en el país centroamericano.

Un análisis reciente publicado por la Unidad de Datos del diario El Heraldo, de Tegucigalpa, refleja los altibajos económicos reportados al Turismo por la Semana Mayor, de 2015 en adelante.

El pico se presentó en 2018 cuando 10.000 millones de lempiras (414.119.600 dólares) entraron a las arcas de las empresas del sector, mientras que al año siguiente, quizá como preludio de la catástrofe, cayó al nivel más bajo del período con 6.000 millones de lempiras (248.471.760 dólares).

Las tres M, turismo en tiempo de coronavirus


Ejecutivos de la Cámara Nacional de Turismo de Honduras (Canaturh) calcularon hace cinco días que las cifras de la actual Semana Mayor cerrarán en el orden del millón de veraneantes, entre 25.000 y 30.000 empleos temporales y una circulación de 3.000 millones de lempiras (124 235.880 dólares).

La meta es alcanzar un 30% de lo que se ha percibido en períodos de Semana Santa normales en años anteriores, cuando se generaban 10.000 millones de lempiras, explicó el representante de la Canaturh Epaminondas Marinakis en declaraciones recogidas por el diario local La Tribuna.


Como es tradicional, al coincidir la celebración religiosa con una época de elevadas temperaturas en estas zonas del trópico, los principales destinos serán las playas de la zona norte (Caribe) como Omoa, Puerto Cortés, Trujillo, Tela, La Ceiba y las paradisiacas Islas de la Bahía.


Quienes optan por un esparcimiento con tintes culturales visitarán las Ruinas de Copán, sitio arqueológico de la antigua civilización maya ubicado en el departamento homónimo (oeste), a poca distancia de la frontera con Guatemala.


Pero al mismo tiempo que las autoridades observan que la Semana Santa puede insuflar un poco de oxígeno a la devastada economía hondureña, que sufrió además los azotes de las tormentas tropicales Eta e Iota en noviembre último, advierten contra los peligros de las aglomeraciones en un país con una tasa de vacunación contra COVID-19 muy baja.

A quienes decidan aventurarse en busca de un poco de relax y combatir el síndrome del confinamiento, la ministra de Turismo, Nicole Marder, les recomendó el cumplimiento de las tres M para viajar seguro en tiempos de coronavirus: Mascarilla en todo momento, Manos limpias y Mantener la distancia.


Otra recomendación de Marder fue que en la primera mitad de la semana vacacionaran los empleados públicos y en la segunda los de las empresas privadas, que solo podrán dejar de trabajar a partir de este jueves 1 de abril.

Fuertes coloniales, iglesias y ruinas mayas


No todo es arena y sol, entre los productos turísticos bien cotizados del país catracho abundan los vestigios materiales de la época colonial, iglesias y fortalezas, y las ruinas que hablan de la leyenda de una de las más avanzadas civilizaciones precolombinas del hemisferio occidental, los mayas.

En el occidental departamento de Lempira, su capital, la ciudad de Gracias, invita a iniciar un recorrido desde el Fuerte San Cristóbal, que guarda en su interior la tumba de un presidente hondureño, más una rica colección de pinturas y obras en piedra talladas al más puro arte lenca, la principal etnia del país.


A su vez, una de las pocas fortalezas españolas en América con una planta arquitectónica en forma de estrella sirve de mirador hacia la pequeña urbe situada a los pies de la montaña de Celaque, punto culminante de la geografía catracha a 2.849 metros sobre el nivel del mar.


A pesar de su pequeña dimensión, Gracias ofrece al visitante tres iglesias, dedicadas a San Marcos, La Merced y Santa Lucía, que cargan siglos de historias sobre sus muros sobrevivientes de terremotos y otros cataclismos.

Pero la reina de la corona, por antigüedad y originalidad, son las Ruinas de Copán inscriptas por la Unesco desde 1980 en la exclusiva lista del Patrimonio de la Humanidad.


A solo 14 kilómetros de la frontera con Guatemala el sitio arqueológicos es de esos lugares que los hondureños debieran visitar al menos un vez en la vida, una especie de La Meca de las raíces más autóctonas del país de la guara roja (ave) orquídea de la Virgen, dos de sus símbolos nacionales.


Tal significado tiene el sitio para los hondureños que en 1930 desviaron el curso del río Copán, como forma de salvaguardar esta especie de Acrópolis tropical.

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