Como si se tratara de un testamento al legado que deja en la Casa Blanca, Michelle Obama decidió apostar por un luminoso vestido que reflejaba los flashes de las cámaras en sus infinitas cadenas de oro rosa, y mostró de nuevo que la moda es un elemento más en su potente discurso de empoderamiento.
Aunque todas las apariciones públicas que hace son motivo de análisis, esta cena de Estado era especialmente importante por ser la última a la que asistiría como Primera Dama.
Para la ocasión eligió un impresionante vestido de la marca italiana Versace en homenaje al país al que se ha dedicado la gala, Italia.
El vestido fue elaborado a medida por los modistos de Atelier Versace, la línea de la firma especializada en trajes de alta costura que requieren de mayor talento de confección y tejidos de la mejor calidad.