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Decía Luka Modric antes del partido ante el Liverpool que la renovación se la tiene que ganar el campo, dejando claro que no quería una ampliación solidaria por los servicios prestados en el pasado.
Detrás de la sonrisa del croata hay una persona llena de orgullo y con mala leche, en constante rebelación ante los obstáculos que se va encontrando. La lucha ha sido una constante en su carrera y no es una excepción en esta temporada, en la que aflora una dosis de revancha personal además de los objetivos colectivos marcados por el equipo. Modric quiere demostrar que le queda mucho fútbol.
No le gustan a Modric las informaciones que hablan de su renovación y el silencio del Real Madrid. Y no fue casualidad su reacción tras el gol ante el Elche 24 horas después de que MARCA informara que el Madrid se pensaría su renovación si fichaba a Bellingham. Luka se sintió herido en el orgullo y ha respondido como mejor sabe, con exhibiciones. Golazo ante el Elche saliendo desde el banquillo, partidazo ante Osasuna y recital en Anfield, templo del fútbol que le despidió con aplausos. «Es un jugador de otra categoría», dijo Klopp tras el encuentro, consciente de que la reacción del Madrid nació en la pausa que dio Luka al juego.
Modric completó 60 pases buenos ante el Liverpool y participó de manera directa en dos de los goles. Su asistencia a Militao en el 2-3 fue de genio y de sus botas nació el quinto de la noche, con un robo a Fabinho en la medular y una conducción en la contra impecables. Genio.
Al final del encuentro, sus compañeros fueron a abrazarle casi de uno en uno. De Benzema a Ancelotti, pasando por los canteranos, admirados por el talento de Luka. Pero fue Rüdiger el más escandaloso en el cariño a Modric, al que levantó a hombros y casi lanzó por los aires, provocando el delirio de la afición del Real Madrid, que también pide su renovación.
