Así son los síntomas de una hernia de disco cervical que no debes dejar pasar

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La hernia de disco cervical es la consecuencia de un disco intervertebral degenerado que se acaba rompiendo por un punto de su circunferencia saliendo su contenido y presionando sobre una raíz nerviosa cervical.

Los síntomas y las zonas en las que se notará el dolor, variarán dependiendo de la zona cervical en la que se produzca la hernia. Si la lesión se encuentra entre los discos C4 y C5, el dolor estará probablemente localizado en los hombros; entre los discos C5 y C6, se podría experimentar el bíceps debilitado, así como dolor y adormecimiento del área cercana al pulgar.

Entre C6 y C7 el brazo se nota adormecido y dolorido hasta el dedo medio, y entre los discos C7 y T1, habitualmente notará el dolor hacia el 4º y 5º dedo por lo que coger objetos podría resultar difícil.

Hay que tener en cuenta que las cervicales soportan tensiones de forma continuada y que están sometidas a mucho estrés. Forzamos las estructuras musculares y osteoligamentosas cervicales al cargar con pesos de forma inadecuada y, con el paso del día, es habitual que la zona cervical acabe rígida o dolorida.

Las lesiones en esta zona son uno de los problemas que nos encontramos con más frecuencia y pueden ir desde una simple contractura muscular hasta hernias de disco u osteofitos artrósicos que condicionan compresiones sobre la médula o las raíces nerviosas.

Los tratamientos no quirúrgicos o conservadores para tratar la patología discal cervical pasan inicialmente por el tratamiento con tres tipos de medicamentos: analgésicos, antiinflamatorios y relajantes musculares, y en ocasiones fármacos neurolépticos en caso de existir un dolor intenso de origen neurológico.

Es indispensable la combinación con la realización de fisioterapia y ejercicio, y además habrá que investigar la necesidad de cambiar algunos hábitos diarios con la intención de evitar nuevos episodios de dolor (como por ejemplo levantar mucho peso o realizar actividad física que haga vibrar o presionar la columna vertebral) así como controlar el peso.

Si al aplicar éstos métodos durante un período de entre uno y dos meses no se consiguen los resultados esperados, deberá consultar de nuevo a su médico para discutir las distintas opciones de procedimientos quirúrgicos para reducir el dolor y la necesidad de reemplazar el disco lesionado.

En casos de dolor cervical con poca irradiación o muy limitada localmente, y sin compresión marcada mieloradicular, se puede plantear como siguiente paso los tratamientos con infiltraciones o con rizolisis facetaria por radiofrecuencia pulsada.

Dichos tratamientos se realizan en quirófano sin requerir ingreso, bajo anestesia local. En ocasiones se utilizan como tratamientos únicos y otras veces como paso previo y tratamiento complementario de una cirugía.
En los casos que se llega a requerir la operación de hernia cervical, la vía de intervención más frecuente es la microdiscectomía cervical por vía anterolateral cervical.

Dicho acceso permite acceder de forma segura y poco invasiva a la columna cervical, evitando el daño de la musculatura paravertebral y la manipulación excesiva de médula y nervios, y facilitando la resección completa del disco dañado y la descompresión nerviosa mediante microcirugía. Llegados a este punto necesitaremos reemplazar el disco degenerado por un sustituto artificial

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