La ciudad más poblada de Ecuador, Guayaquil, enfrenta una ola de violencia que ha llevado a sus habitantes a adoptar medidas extremas para protegerse. Tras los recientes actos violentos, incluyendo la toma temporal de un canal de televisión, automóviles incendiados y amenazas a diversas instituciones, la población guayaquileña vive en constante temor.
Con la violencia afectando la rutina diaria, como el transporte público interrumpido y la toma de rehenes en un canal de televisión, los ciudadanos han tenido que encontrar vías de escape y alternativas para movilizarse de manera segura. Conductores de taxis relatan cómo la ciudad se sumió en el caos, con conductores ignorando las señales de tránsito y transeúntes.
La inseguridad también ha llevado a aumentos en las tarifas de taxis, generando preocupación entre los trabajadores que no pueden permitirse costosos desplazamientos diarios. Además, la escasez de transporte público ha obligado a la población a buscar soluciones creativas para llegar a sus destinos, incluso caminando largas distancias.
La violencia ha afectado especialmente a la clase trabajadora, con ciudadanos expresando su frustración por los altos costos y la falta de seguridad en sus desplazamientos diarios. La situación ha generado un clima de desconfianza y temor entre la población, que demanda acciones concretas para restaurar la seguridad en la ciudad.