El Milan y su pelea con el gol

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Roma – Faltan siete jornadas para que acabe la Serie A. El Milan sigue primero, pero el empate sin goles ante el Bolonia no ha hecho más que evidenciar el problema ‘rossoneri’ con el gol en los meses de febrero y marzo.

Al Milan se le ha mellado el colmillo, genera pero no es capaz de finalizar con éxito. Mal negocio cuando está todo abierto en la lucha por ver quién levanta el ‘Scuddetto’. Parece que desde que se erigió líder del campeonato, hace unas pocas semanas, la portería contraria se ha ido haciendo más y más pequeña.

La estadística del pasado partido es abrumadora. Con 33 disparos, los locales no fueron capaces de abrir el marcador. Pero si se le suman los datos de los cuatro encuentros anteriores a éste, con tres resultados idénticos (1-0) y otro empate sin goles, pasa a ser demoledora.

21 disparos contra Cagliari, 15 contra Empoli, 12 contra el Nápoles, en Serie A, y 13 contra el Inter, en Copa Italia, suman un total de 94 disparos en los que han obtenido un rédito mínimo en goles: tres dianas en cinco partidos. Casi cien intentos para recoger una cosecha de tres goles.

No es problema de no crear peligro. En todos estos partidos, el conjunto rojinegro fue superior a su rival y siempre gozó de una mayor presencia ofensiva. Es un problema de definición, del último pase, del último toque antes del gol.

La presión que ejercen Nápoles e Inter desde atrás en la tabla parece estar pesando sobremanera en las espaldas de un equipo que, todavía, depende de sí mismo para ser campeón, pero que con estas cifras y el olfato de gol afectado parece complicado que aguante al frente.

Rafael Leao ha explotado esta temporada, es uno de los mayores peligros del equipo. Superior físicamente a la mayoría de sus rivales, más rápido, con arrancada potente y capacidad de desborde. Junto a Theo Hernández formaron una banda izquierda letal durante un tiempo, pero los equipos han reforzado las defensas por este perfil, anulando por completo a un Leao que no puede con todo y que se ve muy solo.

El resto de acompañantes no está siendo suficientes sin el portugués. Brahim no marca desde el pasado 25 de septiembre y no tiene mucho peso en el equipo, Messías no termina de rendir en el extremo derecho e Ibra acaba de volver de su lesión, pero no parece que vaya a ser la solución. Giroud apareció en el momento clave de la temporada en el Derbi de Milán con un doblete, y marcó el tanto de la reciente victoria ante el Nápoles, pero ahora sus actuaciones no están siendo tan destacadas.

De hecho, en los otros dos encuentro de Serie A, Empoli y Cagliari, no fueron los delanteros los que anotaron. El centrocampista Bennacer y el defensa Tomori desatascaron los partidos con dos disparos desde fuera del área. Dos acciones aisladas en las que lo individual primó sobre lo colectivo.

Los de Pioli no conocen la derrota en sus últimos 11 partidos, pero no ha sido precisamente un paseo. La última vez que metieron más de un gol fue hace casi dos meses, el 19 de febrero, ante el Salernitana, farolillo rojo del campeonato doméstico italiano, en un partido que ni si quiera ganaron (2-2).

El conjunto milanista ha solventado esta falta de lucidez en ataque con madurez en defensa. Tomori y Kalulu, pareja de centrales titular, han sido dos verdaderos muros desbaratando cualquier tentativa del rival junto a Maignan, que ha estado siempre a la altura de las circunstancias.

El triángulo formado por zagueros y guardameta es el que ha mantenido la dinámica de victorias del Milan, que arriba ha desparecido.

Y el Milan quiere reaccionar este mercado de verano. Según apuntan los medios italianos, el delantero del Liverpool Divock Origi se postula como el principal candidato para reforzar el ataque. Pero otros nombres como Gianluca Scamacca, del Sassuolo, o Jonathan David, del Lille están en la lista.

Pero antes de eso hay que terminar la presente temporada. El final está muy cerca y la reacción es necesaria. Ahora más que nunca el Milan no puede permitirse tener los partidos abiertos hasta que aparezca una ‘genialidad’ individual. Quedan siete jornadas en las que la ofensiva de Pioli tendrá que descorchar la botella de goles si no quiere ver cómo el ‘Scudetto’ se le escapa entre sus manos.

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