Roban computadoras en la embajada de Corea del Norte en España

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Los vecinos del número 43 de la calle Darío Aparicio, en el residencial barrio de Aravacase sorprendieron al escuchar gritar a la mujer. Desesperada, vociferaba palabras en un idioma desconocido para los madrileños que eran testigos de lo que ocurría en plena tarde invernal. Luego descubrirían qué lengua era la que emitía esa señora con el rostro transfigurado y por qué.

Era una de las empleadas de la Embajada de Corea del Norte en Madrid que vivió uno de los más enigmáticos robos que ocurrieron en ese vecindario de mansiones y de fama tranquila en la capital española. La sede diplomática había sido infiltrada por un grupo indeterminado de hombres que mantuvo cautivos a sus empleados durante cuatro horas.

De acuerdo a fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) de España, los autores de la operación habría sido miembros de una de las más poderosas agencias de inteligencia de Europa. El objetivo: recuperar información sensible que Corea del Norte acumuló luego de numerosos hackeos a entidades públicas y privadas de América y del Viejo Continente.

El hecho ocurrió hace unos quince días y todavía el Ministerio de Exteriores y el del Interior tratan de determinar quiénes fueron los autores de esa misión, que huyeron de la sede diplomática con ordenadores y documentación. Escaparon en dos vehículos de alta gama mientras la policía ya estaba en el lugar.

«Un grupo de hombres ha entrado a la embajada y ha amordazado al personal«, dijo la empleada consular a la Policía Nacional una vez que consiguieron un traductor que pudiera certificar la declaración de la víctima. La reacción policial fue inmediata. Enviaron una patrulla para que corroborara lo que la mujer decía y montar guardia sobre la casona.

Al golpear a la puerta, un hombre con aspecto coreano y un pin visible en su chaqueta con el rostro del dictador Kim Jong-un respondió a los agentes. «Aquí no pasa nada«, avisó, breve. Era uno de los infiltrados que se hacía pasar por un enviado diplomático.

Los policías montaron vigilancia en la calle Darío Aparicio, sin poder ingresar a la residencia. A los pocos minutos, dos vehículos de lujo salieron desde el interior de la embajada y partieron a toda velocidad. Los oficiales miraron extrañados: uno de los choferes era quien les había abierto la puerta. Al cabo de unos instantes varios empleados comenzaron a salir de edificio. Habían estado retenidos durante cuatro horas.

En pocos minutos el lugar estaba lleno de ambulancias, patrulleros y agentes. Las alarmas se encendieron no sólo en el Ministerio del Interior, sino también en la Cancillería española que vería por delante un conflicto bilateral con la dictadura norcoreana.

Según pudo reconstruir Infobae, se llevaron computadoras y algunas carpetas con documentación sensible. El hermetismo en la sede consular es desde entonces absoluta, como no podía ser de otra forma. Las computadoras pertenecían a los empleados de mayor rango. Además, por orden de Pyongyang, la colaboración de la residencia es tímida: quieren resguardar la información que se mantenía encriptada en sus archivos.

El hecho sucedió apenas cinco días antes de que Kim Hong-un y Donald Trump se reunieran en Vietnam, una cumbre que todos los gobiernos de Europa siguieron bien de cerca aunque sin tener participación. Las sospechas del CNI -a apenas cinco minutos del lugar del atraco- van en esa dirección: creen que una agencia fue la responsable de la operaciónen Madrid. «¿Por qué hablan de robo? Pudo tratarse de un acto de justicia«, bromean desde ese organismo.

Por el momento, las autoridades españolas no adelantaron avances en la investigación. Peritos de la Comisaría General de la Información están analizando imágenes y cámaras de ese día para intentar rastrear los dos vehículos que desaparecieron de la embajada de la calle Darío Aparicio, en el lujoso barrio de Aravaca. 

(Infobae)

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