River Plate se corona por cuarta vez campeón de la Copa Libertadores

Madrid, España

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El Millonario obtuvo este trofeo por cuarta vez. Se impuso con goles de Pratto, Quintero y Pity Martínez. Gago jugó media hora y se rompió el tendón de Aquiles derecho.

Hubo festejos en Madrid, en el Obelisco, en el Monumental y en todo un país que esperó con ansias la Superfinal. Pero desde este lunes se da vuelta la página y River se enfocará en lo que viene, mientras sus hinchas disfrutan y celebran una Copa Libertadores histórica.

El equipo de Marcelo Gallardo descansa en Madrid tras la victoria ante Boca por 3 a 1 pero, seguramente, ya estará pensando en el Mundial de Clubes: el plantel viajaría este miércoles directo a Abu Dhabi para disputar el torneo. Debutará el martes 18 de diciembre contra un rival a confirmar y, en caso de ganar, la final podría ser contra el Real Madrid, el sábado 22.

Pero aún queda el gusto dulce a ese festejo que tiñó Madrid de rojo y blanco. River le ganó 3 a 1 a Boca y obtuvo su cuarta Copa Libertadores, la más inusual -y larga- de la historia. Llora el Pity Martínez. En el palco, Rodolfo D’Onofrio desborda de felicidad y se abraza con todos. Enzo Francescoli, con un impecable traje oscuro, sabe que habrá un antes y un después de este logro. Marcelo Gallardo, que no estuvo en el campo de juego, le pone el broche de oro a cuatro años brillantes como entrenador Millonario.

«El Pity Martínez qué loco que está», gritaron los jugadores abrazados antes de que Ponzio levantara la Copa. Mientras, muchos de los futbolistas de Boca seguían la ceremonia con lágrimas en sus ojos. Guillermo Barros Schelotto, por su parte, sin palabras, sin gestualidad. Serio. Pudo ser del Xeneize en la primera etapa, y se le escapó. Como se le escapó la victoria en la Bombonera. Las dos veces River estuvo doblado, pero Boca no le pudo mantener la mirada. Para Francescoli «sacar adelante este tipo de partidos que empezás perdiendo es muy difícil».

La final de todos los tiempos o la final sin tiempo no podía terminar de otra manera: con un tiempo extra. Después del 1-1 en los 90 minutos, jugaron el alargue… para estirar la agonía, para poner a prueba el sistema nervioso. El colombiano Quintero marcó con destellos de Messi el 2-1 y luego, en la desesperación, cuando Boca estaba alocadamente buscando la igualdad, llegó el tanto de Martínez (3-1), que corrió cincuenta metros para meterse en el arco xeneize.

Los dos primeros goles del partido habían llegado con guiños a un videojuego: toques de primera y movimientos rápidos. El de Benedetto, con la rúbrica de un pase exquisito de Nández. El de Pratto, con un movimiento fino de Nacho Fernández.

Lejos quedó el tristísimo espectáculo del Monumental y la pedrada al micro de Boca. ¿Hubo violencia en el Bernabéu? No. El marco del partido tuvo más que ver con un amistoso internacional que con una final entre los dos equipos más importantes del fútbol argentino. La presencia de Lionel Messi, Mauro Icardi (con Wanda Nara), Paulo Dybala, entre otros, le dieron otro marco a la fiesta.

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