Pocrescofobia u obesofobia: el miedo irracional a subir de peso

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El cuerpo es nuestra casa, la forma de estar en el mundo. ¿Qué pasa cuando se convierte en un lugar que nos incomoda, que no aceptamos y queremos cambiar? La pocrescofobia u obesofobia es el miedo irracional a subir de peso.

El cuerpo, entonces, en vez de ser “un medio” para correr, disfrutar, realizar actividades placenteras y vincularnos con los otros, se convierte en “el fin único” de la vida. El interés desmedido por el cuerpo da paso a conflictos y trastornos.

¿Qué es la pocrescofobia u obesofobia?

Se trata del miedo irracional a subir de peso y esto puede provocar una respuesta de ansiedad. De esta manera, una persona que sufre una fobia evita aquel estímulo o situación temida. Por ejemplo, la ingesta de alimentos. Si consigue sobrellevar la situación, la vive con gran malestar y angustia.

Como toda fobia, puede tener comorbilidad, es decir, coexistir con otros trastornos. La obesofobia podría desembocar en algún trastorno de la alimentación o en depresión.

Algunos de los signos que pueden señalar la presencia de obesofobia son los siguientes:

  • Control obsesivo sobre la cantidad de comida y calorías que se ingieren. Pueden pesarse varias veces al día e incluso llevar un registro detallado de las mediciones.
  • Evitación de eventos que implican reunirse para comer. En aquellos casos en que aceptan la invitación, algunas personas suelen llevarse su propia comida para evitar “comer de más”.
  • Después de ingerir alimentos, algunas personas realizan ejercicio intenso para quemar las calorías.
  • La persona invierte mucho tiempo (y en algunos casos, dinero) en controlar su comida, tratamientos para no ganar peso y cirugías.

Como podemos intuir, las personas con obesofobia lo pasan muy mal, ya que toman decisiones en torno a su miedo y guiadas por él. Por lo tanto, se produce un deterioro en su calidad de vida, en sus vínculos y en sus oportunidades.

Mujer con obesofobia se mira al espejo.

¿Cómo abordar la pocrescofobia u obesofobia?

Algunas de las recomendaciones que pueden tenerse en cuenta son las siguientes:

  • Cuestionar las ideas que tenemos respecto a la salud y enfermedad y a los “cuerpos perfectos”. Por ejemplo, quizás tomamos como sinónimo de salud a la delgadez. Estos es una visión reduccionista de la salud. Ser delgado es ser saludable, pero nos olvidamos que la salud también tiene que ver con el bienestar, con las emociones, con realizar controles médicos, etc.
  • Permitirse disfrutar. No importa qué talla seamos, tenemos tanto derecho a disfrutar de un día al aire libre en pantalones cortos como todas las personas. Quizás no te simpatiza la idea de hacerlo, pero es importante vencer ese temor. De manera gradual, puedes intentar salir al balcón de tu casa en shorts para familiarizarte con la situación y las emociones que te genera. O también puedes practicar con la imaginación, pensando qué ocurriría y cómo lo resolverías, con un final positivo. Así, la exposición al evento temido te ayudará a abordar ese fantasma que existe en tu cabeza.
  • Pedir ayuda profesional. Detrás del temor a engordar puede haber otras razones que sostengan el problema. Con orientación adecuada podrás desentrañar a qué se debe esa preocupación. Conocerse a uno mismo, respetarse y apostar por el desarrollo de una autoestima sana forman parte del camino que nos lleva a la aceptación y al bienestar.

No confundir fobias con odio o discriminación

Gordofobia, homofobia, lesbofobia… Múltiples situaciones que encubren odio y rechazo bajo la apariencia de una fobia.

Este es el punto en el que no hay que confundirnos y hay que retomar la idea principal sobre la emoción subyacente a una fobia: un temor irracional.  El miedo no es lo que mismo que sentir odio o discriminar a personas que tienen sobrepeso o que no encajan en los estándares definidos de belleza y estética. En un lado hay una emoción de temor que nos desborda, mientras que en el otro lado hay prejuicios e ideas preconcebidas sobre lo es aceptable y merece valor.

Por último, también hay que estar atentos a los argumentos que explican todo desde el peso, teniendo una visión estrecha de una situación más compleja. En los controles sanitarios, hay profesionales de la salud que apelan a un diagnóstico de obesidad como la respuesta absoluta. Esta respuesta simplista y lineal pierde la oportunidad de ayudar a quien consulta.

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