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El Papa Francisco lleva año y medio clamando contra el apartamiento de los ancianos les ha convocado en la plaza de San Pedro el próximo 28 de septiembre para revalorizar su papel justo en vísperas del Sínodo de la Familia, que dará comienzo el domingo siguiente.
La fiesta de los mayores tiene como sugestivo nombre «La bendición de la larga vida». El Santo Padre, que cuenta 77 años largos, les hablará también como anciano, pero es un ejemplo de dinamismo para su edad.
Cuarenta mil abuelos y abuelas, procedentes de 20 países, escucharán el canto de Andrea Bocelli antes de un encuentro con el Papa que incluirá numerosos testimonios de ancianos que descubren modos de ayudar a la sociedad, que se organizan para vivir juntos, etc.
Entre otros, tomará la palabra un matrimonio iraquí, ambos de 70 años y padres de 10 hijos, que tuvieron que escapar de Qaraqosh el pasado mes de agosto cuando el Estado Islámico ocupó la ciudad y sembró el terror. Han salvado la vida pero han perdido todas sus propiedades, como casi todos los habitantes de la mayor ciudad cristiana en Irak.
El arzobispo Vincenzo Paglia, presidente del Pontificio Consejo de la Familia, anunció que, después de los testimonios, un centenar de sacerdotes ancianos concelebraran misa con el Papa pues «los sacerdotes ancianos son como los abuelos: nunca se jubilan».