Maduro abre diálogo nacional en respuesta a semanas de agitación

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Venezuela

El presidente venezolano Nicolás Maduro abrirá este miércoles un diálogo nacional tras semanas de protestas que dejaron 14 muertos, calificado como una «comparsa» por el principal opositor, Henrique Capriles, que faltará a la cita.

Mientras campesinos oficialistas y mujeres opositoras se concentran para cruzar con sendas marchas una Caracas en tensión, Capriles en declaraciones radiales quitó credibilidad al diálogo -al que asistirán obispos y empresarios- convocado por el presidente para horas de la tarde, antes del inicio de una semana completa de días festivos.

El gobierno ?no tiene intención de desarmar nada?, dijo en relación a las denuncias de grupos paramilitares oficialistas por lo cual él no será ?parte de una comparsa, lo que queremos es avanzar. (…) El gobierno habla de diálogo, habla de paz, pero no puede ser un llamado vacío. (…) No se trata de ir al Palacio de Miraflores a tomarse una foto», afirmó Capriles.

Por su parte, la Mesa de Unidad Democrática (MUD), que aglutina a la oposición, debe reunirse previamente al encuentro para fijar una posición.

Las protestas estudiantiles iniciadas hace tres semanas, a las que luego se sumaron sectores de oposición, dieron el martes y la madrugada del miércoles un respiro a una población agotada de marchas, protestas, disturbios y larguísimos mensajes oficiales en cadena nacional.

Maduro, heredero político de Hugo Chávez, creador del llamado «socialismo del siglo XXI», ya recibió confirmación de la asistencia del episcopado católico y de Fedecámaras, la gremial empresaria.

Fedecámaras es uno de los habituales demonios esgrimidos por los gobiernos chavistas, que la acusan de estar en todos los intentos de golpe los comprobados y los solamente denunciados de los últimos años.

La cúpula de la Iglesia también genera reticencias en un gobierno que, aunque declamado socialista, evoca regularmente a Dios y la Virgen.

La participación del episcopado fue precedida por un llamado del papa Francisco para «que cesen lo antes posible las violencias y las hostilidades y que todo el pueblo venezolano, comenzando por los responsables políticos e institucionales, se movilicen para favorecer la reconciliación nacional».

El lunes Capriles fue el único ausente en una reunión de Maduro con los 23 gobernadores, incluidos opositores, y calificó su ausencia como un rechazo a la «violación de los derechos humanos y represión» en las protestas, que dejaron 14 muertos, mas de 140 heridos y unos 600 detenidos.

Según la Fiscalía General, se investigan doce denuncias por violación a los derechos fundamentales, con la presunta implicación de nueve militares y policías.

Las informaciones disponibles la mañana del miércoles, todas fragmentarias, señalaban que la asociación de rectores universitarios no había sido convocada al diálogo de pacificación en un marco de protestas que nacieron precisamente en las Universidades antes de extenderse a otros sectores.

El sector oeste de Caracas, feudo del chavismo y asiento de los poderes públicos, será escenario este miércoles de otra de las cotidianas marchas oficialistas hacia Miraflores, donde son recibidos por el presidente en ceremonias transmitidas por cadena nacional de radio y televisión.

Los campesinos, que marchan hoy, suceden a las convocatorias de los trabajadores petroleros, mujeres, ancianos, y empleados de la compañia estatal de telefonía, cada una de ellas movilizadas por «la paz» y en contra del «golpe de estado fascista en ejecución».

Pero a la misma hora una manifestación opositora sale de sus habituales reductos del este de la ciudad donde reina el antichavismo y se desplaza hacia el bastión del gobierno.

Esta protesta, liderada por la diputada opositora radical María Machado, convoca solamente a mujeres, todas vestidas de blanco, para llegar hacia uno de los cuarteles de la Guardia Nacional Bolivariana y exigir «el cese de la represión y la violencia por parte de los órganos de seguridad» y el «desarme de los colectivos», grupos de civiles oficialistas.

Las manifestaciones que cruzan Venezuela comenzaron el 4 de febrero en la occidental San Cristóbal con una protesta estudiantil por la inseguridad que vive el país (con una de las mayores tasas de homicidios mundiales) y luego de un intento de violación en un campus universitario.

En un país con una matrícula de 2,6 millones de estudiantes universitarios, las manifestaciones fueron extendiéndose a otras ciudades, movilizando en su punto más caliente varios miles de manifestantes por día y con la adhesión paulatina de los sectores radicales de la oposición.

Estos grupos, calificados por el gobierno como golpistas y liderados por el encarcelado Leopoldo López y la diputada Machado, impulsan bajo el lema «La salida» la táctica de ocupar la calle para forzar que Maduro, quien fue electo en abril de 2013 por un 1,5% de diferencia sobre Capriles, deje el poder.

A partir del 12 de febrero comenzaron a registrarse, al término de las manifestaciones incidentes entre grupos enmascarados salidos de las marchas opositoras que atacaron edificios estatales y a la policía, unidades antimotines acusadas de represión desproporcionada y grupos armados no identificados que atacaban a los manifestantes.

Pero luego de tres semanas, las manifestaciones parecen haber perdido parte de su impulso.

Los reportes de cada noche dan cuenta desde el lunes de algunos pequeños grupos dispersados con bombas lacrimógenas, obstrucciones parciales de avenidas e intentos de saqueo en centros comerciales de provincia, en un país donde la violencia criminal habitual deja en promedio 65 asesinatos por día.

El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el 25 de febrero de 2014 en Caracas

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