La Virgen de Suyapa llega por segunda vez a I.B. para celebrar los 275 años de su hallazgo

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La Virgen de Suyapa llega al departamento de Islas de la Bahía para celebrar sus 275 años desde su hallazgo. En su segunda visita se tiene preparada una agenda llena de actividades en la que participarán todos los creyentes, las cuales se llevarán a cabo en la Parroquia Inmaculado Corazón de María en el municipio de Roatán.

Su visita tendrá la duración de tres días, por lo que visitará Punta Gorda, French Harbour y Coxen Hole. Durante estos días se realizará el acompañamiento de la Virgen, animación, misa, caravana desde la iglesia de French Harbour a Coxen Hole para su traslado, vigilia en su honor y cerrará con una caravana de despedida hacia el ferry.

Alejandra Zelaya, organizadora y creyente manifiesta el honor que los isleños sienten al recibir la visita de la denominada “Patrona de Honduras” ya que es segunda vez que Islas de la Bahía es tomada en cuenta para la gira nacional que se realiza cada año, así de de esta manera rendirle homenaje a su visita como se hizo en el 2020.

“Estamos muy contentos que nuestra señora de Suyapa nos visite por segunda vez, por lo que invito a la gente que se avoque a la virgen que es la madre de nuestro señor Jesucristo y ella estará aquí esperándola para recordarnos el amor que su hijo tiene para con nosotros”, expresó Alejandra Zelaya.

Así sucedió el hallazgo de la Virgen de Suyapa

La diminuta imagen de la Señora de la Concepción de Suyapa fue hallada un sábado del mes de febrero de 1747 por el agricultor Alejandro Colindres y el joven Lorenzo Martínez Calona, quienes regresaban a la aldea de Suyapa, cansados de trabajar todo el día en la cosecha del maíz.

Ya llevaban la mitad de la jornada cuando les anocheció. Habían llegado a la quebrada del Piligüín un buen lugar para pernoctar. Allí se acostaron en el duro suelo. 

En la oscuridad de la noche, Alejandro Colindres no se percató de la imagen tallada que en repetidas veces le ocasionaba molestias al disponerse a colocar su cabeza sobre el yagual que los labriegos antes terciaban alrededor de su cintura para múltiples usos y que en casos de esta naturaleza utilizaban como almohada. Lo que él consideró esa noche como un estorbo para poder dormir, lo guardó en su alforja y a la mañana siguiente se la entregó a su madre Ana Caraballo y a su hermana Isabel Colindres. 

El relato que hizo Alejandro del hallazgo se consideró como una revelación milagrosa como la que había experimentado en el Tepeyac el indígena mexicano Juan Diego con la Virgen de Guadalupe y en la aldea circuló la noticia como la portentosa bendición de Dios a los habitantes del poblado.

La imagen

Pequeña, de apenas seis y medio centímetros de alto, la imagen de la Inmaculada Concepción de María, tallada en madera de cedro, cabía en la mano del niño Lorenzo. En su mirada angelical se refleja la nobleza de la raza indígena.  Es morena, de rostro ovalado, mejillas redondeadas, y su lacia cabellera le llega hasta los hombros. La imagencita tiene sus diminutas manos unidas en actitud de oración. El color original de su vestidura es el rosa pálido, que apenas se deja ver por estar totalmente cubierto por un manto oscuro tachonado de estrellas doradas y adornado con valiosas alhajas. 

Los Colindres eran una familia de un profundo sentimiento religioso. Colocaron la imagen en una mesita, adornada con flores naturales renovadas diariamente. Sentían una gran veneración a la Inmaculada. Luego la pasaron a una pequeña habitación acondicionada como capilla. Por más de veinte años le rindieron un culto familiar, sencillo y sincero en la casa de los Colindres. La visitaban con frecuencia, le ofrecían sus trabajos, le confiaban sus preocupaciones y necesidades.

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