Avalado por su tarea como ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay durante la administración del ex presidente José Mujica, Almagro busca «renovar» una Organización de Estados Americanos (OEA) cuestionada por los propios países que la integran y que arrastra un problema crónico de falta de fondos por el retraso en los pagos de las cuotas.
El diplomático fue el único candidato que se postuló para relevar al frente del organismo al chileno José Miguel Insulza y en la elección por voto secreto obtuvo el apoyo de todos los países miembros, salvo una abstención cuya autoría nunca se confirmó.
«La OEA que recibió Insulza hace 10 años no estaba tan hambrienta de cambio como la que toma ahora Almagro. Algunos hablan incluso de refundación, porque sienten que el organismo no responde a los problemas del hemisferio, cosa que en buena medida es cierta», comentó el embajador de México ante la OEA, Emilio Rabasa, quien lideró el grupo de trabajo para la reforma del organismo.
Almagro llega dispuesto a recoger esas peticiones de cambio y liderar la modernización de una organización que, como dijo durante su campaña, debe «dejar atrás la Guerra Fría», en la que fue creada, y funcionar como un ente «del siglo XXI».
En su más de medio siglo de existencia, la OEA no ha podido sacudirse la imagen que tiene en algunos países de América Latina de organismo dominado por Estados Unidos, a pesar que este país ha perdido su antigua hegemonía y del peso que han obtenido en los últimos años las naciones de la Alianza Bolivariana (ALBA), con Venezuela a la cabeza.
Ese grupo de Estados es el más crítico con la OEA, a la que el presidente ecuatoriano Rafael Correa considera un organismo «insalvable» y de la que su colega venezolano Nicolás Maduro dijo que está «moribunda».
«El origen del problema financiero de la OEA es el mismo que enfrenta en todos los ámbitos: la falta de compromiso de los países miembros con el organismo», dijo el presidente del centro de estudios Inter-American Dialogue, Michael Shifter.
«En la medida en que los países no consideren que la OEA es un foro legítimo y útil para resolver problemas de alcance hemisférico, no van a asumir los costos de sostenerlo», añadió el experto.