Independentismo catalán dividido

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El independentismo catalán evidenció este domingo sus profundas divisiones durante la tradicional manifestación del 11 de septiembre en Barcelona, menos multitudinaria que en el pasado y marcada por las críticas hacia la negociación con Madrid emprendida por el presidente regional, ausente en la marcha.

“Los partidos nos habéis traicionado” o Gobierno: “DUI [Declaración Unilateral de Independencia, ndlr] o dimisión”, se podía leer en algunos de los carteles que compartieron protagonismo este año con las banderas esteladas y los reproches al Estado español, habituales de la marcha separatista por la “Diada”, la fiesta regional de Cataluña.

“Ya estamos hartos: hartos de Madrid, de los políticos nuestros y de todo”, lamentó José Auladell, un jubilado de 65 años que se había desplazado desde Girona para participar en la manifestación, con su bandera estelada a la espalda.

Decepcionada ante la falta de compromiso que, a su parecer, muestran las formaciones separatistas en el poder, la Asamblea Nacional Catalana, organizadora de la manifestación, pretendía que la marcha fuera el inicio de la remontada de un movimiento al que la resaca de la fallida declaración de independencia de 2017 ha dejado en horas bajas.

Con 150,000 asistentes, según la Guardia Urbana -y 700,000 para los organizadores- la marcha del domingo superó la asistencia del año pasado (108,000 personas, de acuerdo a la Guardia Urbana, todavía en los coletazos de la pandemia), pero quedó todavía muy lejos de las convocatorias multitudinarias que llegaron a superar el millón de personas en plena escalada separatista.

Aquel ímpetu se ha diluido en la decepción y las discrepancias entre quienes no renuncian al objetivo de alcanzar una independencia incluso por la vía unilateral y la visión más pragmática del partido Izquierda Republicana de Cataluña (ERC) del jefe del ejecutivo regional, Pere Aragonès.

“El presidente de la Generalitat [el gobierno catalán, ndlr], que representa a su partido, no está por hacer la independencia”, opinó Francesc Jubany, un electricista de 58 años, que portaba la camiseta con el lema de la marcha “Volvemos para vencer. ¡Independencia!”.

“El movimiento está dividido, pero por las fuerzas políticas”, agregó.

Sintiéndose señalado por los organizadores, Aragonès decidió no acudir a una manifestación en la que el año pasado ya fue recibido con silbidos.

Tampoco estuvieron los miembros del ejecutivo que pertenecen a su partido, aunque sí acudieron quienes militan en Juntos por Cataluña (JxC), el otro socio de una delicada coalición que no deja de sufrir sobresaltos.

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