Hábitos saludables alargan la vida independientemente de la genética

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Una expectativa de vida más corta o una muerte prematura se asocia a factores modificables, como el consumo de alcohol, tabaquismo, calidad de la dieta y actividad física. Los hábitos saludables podrían mitigar la susceptibilidad genética a una vida más corta. 

El grupo de científicos dirigido por Zilong Bian de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zhejiang en China, investigó los efectos conjuntos de los factores del estilo de vida y los determinantes genéticos en la supervivencia. 

Realizaron un estudio de cohorte longitudinal con datos de 353.742 adultos de ascendencia europea del Biobanco del Reino Unido. Analizaron el riesgo poligénico para la esperanza de vida y los factores de un estilo de vida saludable: no fumar actualmente, consumo moderado de alcohol, ejercicio físico regular, forma corporal adecuada, buena calidad del sueño y dieta óptima. Evaluaron la expectativa de vida en base a la diferencia entre la fecha de nacimiento y la de muerte, con una mediana de seguimiento de 12,86 años.

Tras el análisis, se identificaron 24.239 muertes. Los participantes se agruparon en tres categorías de esperanza de vida determinadas genéticamente: larga (20,1%), intermedia (60,1%) y corta (19,8%), y de estilo de vida: favorable (23,1%), intermedio (55,6%) y desfavorable (21,3%). El índice de riesgo (HR) de muerte para personas con una predisposición genética a una vida corta fue de 1,21 (IC 95%: 1,16 a 1,26) y para aquellas con un estilo de vida desfavorable fue 1,78 (IC 95%: 1,71 a 1,85).

Los individuos con una predisposición genética a una vida corta y un estilo de vida desfavorable tuvieron tasas de muerte 2,04 veces (IC 95%: 1,87 a 2,22) más altas, que aquellos con una mayor supervivencia según su genética y un estilo de vida favorable. No se detectó interacción multiplicativa entre el riesgo poligénico de la esperanza de vida y los hábitos saludables (P= 0,10). La combinación óptima de estos, que incluye no haber fumado nunca, actividad física regular, sueño de calidad y una dieta adecuada, reduciría el riesgo de muerte prematura (antes de los 75 años).

En resumen, los factores genéticos y de estilo de vida se asociaron de forma independiente con la esperanza de vida. La adherencia a prácticas saludables podría atenuar considerablemente el riesgo genético de una muerte prematura y una combinación óptima potenciaría los beneficios, independientemente de los antecedentes genéticos.

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