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La industria del turismo fue la más golpeada por la pandemia. El relajamiento de las restricciones permitió que el sector comenzara a reactivarse, aunque desde niveles bajísimos, y podría tardar hasta tres años en recuperar todo lo perdido. El aumento de los contagios aparece como principal amenaza.
Un trabajo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) estimó que entre 2020 y 2021 el turismo local perdió una suma acumulada de US$ 8.209 millones, lo que reducirá su aporte al PIB en casi US$ 40.000 millones debido a la menor llegada de visitantes del exterior por la pandemia. A eso hay que sumarle la pérdida de 1,1 millones de puestos de trabajo directos y el cierre de 2.000 establecimientos turísticos.
“Estamos viendo recién la luz al final del túnel, pero el escenario es complejo por lo mal que la pasamos estos últimos años”, dijo el vicepresidente de la Cámara Argentina de Turismo (CAT), Aldo Elías, ante El Economista.
El propietario del Hotel Presidente reconoció que hay incentivos para el turismo interno y buenas expectativas por la llegada de turistas internacionales, en un país con un tipo de cambio muy competitivo, “pero la recuperación total podría llegar recién en dos o tres años”.
En ese sentido, Elías destacó que la principal preocupación actual es el aumento de los contagios de Covid-19 en nuestro país. La llegada de la variante Omicron podría afectar el movimiento de la ciudadanía y temen por la imposición de restricciones, aunque lo consideran lejano todavía.
Los últimos datos de actividad del Indec, a octubre del año pasado, mostraron que el rubro hoteles y restaurantes funcionó durante los primeros 10 meses del 2021 40% por debajo del mismo período del 2019.
Una de las características de la recuperación económica en general ha sido la heterogeneidad, por lo que algunos rubros todavía están rezagados respecto a los más pujantes (industria, construcción y comercio).
Para la consultora ACM, la normalización de las actividades presenciales y los consumos postergados ponen al entretenimiento y al turismo como “tractores de una recuperación de bolsillos flacos, aunque la amenaza de Omicron desafía a aquellos que dependen del turismo receptivo”.
“Restricciones Covid” y supercepo con salarios en dólares bajos generan turistas cautivos y sostienen “consumo de indulgencia”, precisó ACM sobre los posibles riesgos que enfrenta la actividad de cara a los próximos meses.
Los empresarios destacan la importancia del programa PreViaje como catalizador del turismo interno. En concreto, ese programa es una preventa turística que reintegra el 50% del valor del viaje en crédito para volver a gastarlo en todos los destinos turísticos de Argentina.
Según la información oficial, más de 3,5 millones de turistas ya obtuvieron el beneficio, octuplicando el total de lo facturado durante la primera edición del programa. El 48% del consumo corresponde a agencias de viajes, el 35% a alojamientos y el 12% a transporte aéreo.
“PreViaje resultó una experiencia virtuosa desde todo punto de vista para la economía nacional: moviliza ahorro privado, descomprime la demanda de dólares y hace más eficiente el gasto público”, afirmó el titular de la cartera Matías Lammens.
El funcionario aseguró que las previsiones más optimistas en torno al Previaje quedaron cortas en 2021, luego de que ese plan superara lo facturado en su primera edición y tenga la perspectiva de cerrar el año con una facturación de $75.000 millones.
El presidente de la Asociación de Hoteles de Turismo de la República Argentina (AHT), Roberto Amengual, señaló a El Economista que el efecto del programa sobre la formalización será muy positivo.
“El turismo nacional fue acompañado en 2020 por el primer PreViaje. La primera edición tuvo un impacto muy fuerte para comunicar que ya estábamos trabajando. El actual sirve mucho para incentivar el consumo, sobre todo el formal. Eso es fundamental, porque se benefician los establecimientos registrados y también se fomenta la formalidad”, sostuvo Amengual.
Respecto al movimiento actual del turismo, el también presidente de Amérian Hoteles precisó que el diagnóstico es “muy diverso” en función de las plazas sobre las que se esté hablando. “El turismo internacional recién está abriendo, el corporativo ya finalizó su temporada y el local comenzó a moverse más porque hubo una temporada, aunque más corta que de costumbre, el año pasado”, mencionó.
Por su parte, Pablo Singerman, economista especializado en turismo, consideró que esta actividad genera muchos beneficios a todo la economía local. Uno de los rubros que más se beneficiarán se encuentra la gastronomía, que forma parte de la cadena del turismo.
“Creo que hay oportunidades para que en los próximos años retomemos un sendero de crecimiento y que se pueda aportar a la estabilidad macro del país”, concluyó el especialista.
El Gobierno está trabajando en un acuerdo de precios con el sector, para que los aumentos no perjudiquen su desempeño. Hasta noviembre pasado el rubro restaurantes y hoteles acumuló un incremento de 56,2% y en la medición anualizada 63,4% frente a una inflación general de 51,2%.
El acuerdo de precios entre el Gobierno y las cámaras empresarias anunciado la semana pasada alcanzará a los precios de los servicios turísticos contemplados en la Ley 25.997, según detalló un comunicado oficial y, el Ministerio de Turismo será el encargado de supervisar el cumplimiento de los rangos tarifarios a través de relevamientos semanales durante toda la temporada. Además habrá reuniones mensuales para evaluar la continuidad y perfeccionamiento del compromiso.
Desde las empresas tienen dudas respecto a la posible efectividad del programa. “Está muy fragmentado el sector, por lo que controlar los precios resultará imposible. Hay una actualización respecto al 2020, pero hay que tener en cuenta que muchos estuvieron parados casi un año y medio”, finalizó Elías.
Información por: El Economista
