El Picacho: turismo “verde” en Tegucigalpa

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Tegucigalpa, Honduras

Aire puro, senderos verdes y escalinatas de piedra invitan a contemplar el horizonte azulado desde el cerro El Picacho. Allí se ubica uno de los mayores atractivos turísticos de la capital: el Parque Naciones Unidas, localizado cinco kilómetros al norte del centro de la ciudad.

Estas escalinatas de piedra, construidas por reos en 1937, son unos de los principales atractivos del Parque Naciones Unidas, ubicado en el cerro El Picacho.

Desde sus miradores, entre la niebla espesa, surge una impresionante vista panorámica del centro de Tegucigalpa. Y al menos unos dos mil turistas nacionales y extranjeros visitan cada fin de semana esta “joya” de la naturaleza.

¿Quién diría que en los años 40, el general Tiburcio Carías Andino utilizaría un rincón de este hermoso lugar para reunirse con mandatarios de Centroamérica?

Obviamente, al general lo deslumbraba la belleza de este “verde pulmón” capitalino y quizá por ello decidió odenar la construcción del parque en 1930.

Hace más de ochenta años, cientos de reos fueron llevados al bosque espeso de El Picacho para, con piochas en mano, picar miles de piedras extraídas de esas 429 manzanas de tierra en las que hoy funciona este espacio de diversión.

En el sendero de la risa, los visitantes ríen a carcajadas viendo su imagen distorsionada en diversos espejos.

No resulta difícil imaginar el arduo trabajo de los prisioneros de la época… Los senderos empedrados, las bancas de piedra, las plazas, las inscripciones, las pérgolas, entre otros detalles, reflejan la importancia que se le dio a la obra.

Resulta interesante, a su vez, el conocer que las escalinatas de piedra se comenzaron a construir en 1937 y se concluyeron en 1948, es decir, que se trató de un proyecto que duró 11 años.

El Parque Naciones Unidas, conocido como El Pichacho, fue inaugurado en 1949, con la presencia del secretario de Naciones Unidas, el Sr. Trygve Halodan Lie, en cuyo honor se bautizó el parque con el nombre de dicho organismo.

Bien Preservado

A 65 años de haber abierto sus puertas a los capitalinos, el Parque Naciones Unidas luce hermoso, con sus jardines floridos y sus estructuras de piedra, típicas de la Tegucigalpa del ayer, muy bien conservadas. Desde 1993, la labor de preservación de este maravilloso lugar ha estado a cargo de la Fundación de Parques Nacionales, según cuenta la directora de esta organización, Gisella Haddad.

“Los chorritos” es un juego donde los chiquitines pueden jugar y refrescarse bajo el agua.

“Se han integrado muchos componentes, sobre todo el de la seguridad, hemos capacitado a los guardaparques en seguridad, limpieza, reforestación y servicio al visitante”, comenta Haddad. Cada fin de semana visita el parque un promedio de dos mil personas, de las cuales al menos 200 son extranjeros de Centroamérica, Sudamérica, Estados Unidos y Europa.

La directora de la fundación cuenta que si bien, la seguridad y limpieza del parque son una prioridad, también se ha procurado estar a la vanguardia, renovando los servicios que presta.
“Por ejemplo, en el 2013 incorporamos el “Sendero de la Risa”, que es una casa de espejos; el canopy pequeño y el canopy extremo, que resultan muy atractivos y atrae mucho a los extranjeros”.

La zona de vida de El Picacho se clasifica como transición de bosque seco a bosque húmedo subtropical, siendo el árbol nacional de Honduras, el pino ocote, el que más abunda.
Chicos y grandes suelen festejar sus cumpleaños en el lugar, para disfrutar de sana diversión en familia.

También se observan robles, helechos, encinos, guanacastes, eucaliptos, higos, así como flores multicolores que contrastan con el bello plumaje de 44 especies de aves residentes y migratorias.

En el parque también hay un rincón para los amantes de las plantas… Un Vivero Forestal exhibe diversas especies de plantas, unas que pueden ser compradas por el público y otras que se producen para reforestar las diferentes áreas del parque.

Diversión de primera

En el Parque Naciones Unidas se puede caminar entre los árboles, practicar el canopy, comprar artesanías, festejar un cumpleaños en medio de la naturaleza, visitar el zoológico, ejercitarse subiendo o bajando por las escalinatas o reír a carcajadas al ingresar a una “casa de los espejos”.

El guía turístico José Echeverría cuenta que cada fin de semana “viene gente de Tegucigalpa, extranjeros de Estados Unidos, de Argentina, Guatemala, Nicaragua, El Salvador y de otros lugares de Honduras”.

El parque, inaugurado en 1949 por el general Tiburcio Carías Andino, se ubica cinco kilómetros al norte del centro de Tegucigalpa.

A los visitantes se les hace un recorrido por todo el lugar, el cual dura aproximadamente hora y media, en el cual se les explica sobre la historia y riqueza natural del parque.

“En el parque hay varias plazas, un souvenir, el sendero de la risa, que son unos espejos donde uno se mira alto, bajo, gordo, flaquito; también hay un área familiar que es donde hay unos quioscos, cada uno tiene su asador de carne, para venir a celebrar su cumpleaños”.

También hay canchas de fútbol, de basquetbol, una pista de patinaje y para los niños una pista de “cochecitos” y un juego de tuberías de agua llamado “los chorritos”, donde pueden refrescarse.

A lista de atractivos del parque se suma el monumento del Cristo de El Picacho, con 32 metros de altura, inaugurado en 1997, así como el Zoológico del Centro Nacional de Conservación y Recuperación de Especies “Rosy Walther”.

Como la entrada al parque solo cuesta 20 lempiras para los adultos, 10 para niños y ancianos, y 30 para los extranjeros, numerosas familias aprovechan para visitar los fines de semana

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