Dunga, nuevo técnico de Brasil

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Brasil

La Confederación Brasileña de Fútbol confirmó este 22 de julio que Carlos Caetano Bledorn Verri Dunga es el nuevo técnico de la selección verdeamarela en reemplazo de Luiz Felipe Scolari, que renunció tras la disputa de la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™.

Dunga, de 50 años, disputó tres mundiales como jugador -Italia 1990, Estados Unidos 1994 y Francia 1998-, siendo capitán en dos de ellos y campeón del mundo en 1994, y fue seleccionador entre 2006 y 2010. Dejó el cargo al ser eliminado de Sudáfrica 2010 en cuartos de final.

En una extensa e interesante entrevista ofrecida a FIFA.com previa a la final de Brasil 2014 disputada entre Alemania y Argentina, Dunga analiza el torneo que hizo el Scratch.

Como entrenador y, ahora, como hincha, ¿qué le pareció el apagón de la selección brasileña en el primer tiempo contra Alemania?

Alemania hizo lo mismo que Brasil hace mucho tiempo: montó un triángulo en un lado del campo y después pasó a cambiar el juego, con pases de 40, 50 metros. Y su ventaja es que contaba con el jugador idóneo en el lado opuesto, que era [Thomas] Mueller, con velocidad y calidad para dar continuidad a la jugada. Hasta podría caerse en la tentación de decir que no hizo nada anormal ni excepcional: pero sí que lo hizo, porque eso es sencillamente lo que todo equipo sueña con hacer. Alemania jugó en bloque, tuvo aproximación, profundidad, velocidad, y supo defenderse en los momentos adecuados.

Al mismo tiempo, si nos fijamos en los goles, los brasileños siempre tenían superioridad en defensa, aunque a cuatro o cinco metros de distancia. Y hoy en día es necesario jugar de forma muy compacta, de forma que dejarle ese espacio al adversario puede resultar fatal.

Decían que Alemania no había encandilado en este Mundial, hasta que llegó el partido de Brasil.

¿qué ocurrió para que los alemanes se soltasen al fin y practicasen el fútbol que todos esperaban?

Lo cierto es que Alemania ha solucionado su rompecabezas durante el Mundial, y dio con el equipo correcto después de esa victoria contra Argelia, en un partido en el que pasó muchos apuros. [Joachim Loew] sacó a [Philipp] Lahm del mediocampo y lo puso en el lateral, donde es excepcional. Colocó a [Sami] Khedira en el mediocampo con [Bastian] Schweinsteiger, puso a un jugador más rápido en la defensa, [Mats] Hummels, y a [Miroslav] Klose en punta. En el centro del campo, Schweinsteiger dirige al equipo tanto a la hora de defender como de presionar e imprimir ritmo al juego.

Sabe cuándo hace falta recular y quedarse entre los dos centrales, o subir y presionar. Hay que entender que una selección no se monta únicamente con los mejores jugadores, sino con los que se adaptan a las características que uno necesita. El fútbol se ha igualado mucho. El problema es que, en Brasil, la gente piensa que si un jugador es excepcional no necesita tener una función táctica. Y esa mentalidad debe cambiar.

¿Cree que la Copa FIFA Confederaciones ayudó a incrementar la presión sobre los jugadores, o más bien hizo que creyesen que el equipo estaba listo para ganar un Mundial?

No tanto. En cualquier torneo, Brasil siempre es uno de los favoritos, y el futbolista debe asumir esa presión. Tenemos jugadores en los mejores equipos del mundo —Real Madrid, Barcelona, Chelsea—, que están acostumbrados a ganar. Creo que la Copa Confederaciones les dio más confianza, sí. Y fue positivo que así fuese, para acabar con aquellos recelos que había en torno al Mundial. Los hinchas se volcaron por fin con la selección brasileña, animaron en todos los partidos, incluso en el de Alemania.

Yo tuve experiencias contrarias, como un partido de la fase previa contra Argentina, en Minas, en el que nos abuchearon durante 90 minutos. Esta vez no ha habido nada de eso.

Tras la derrota de 2010 la selección brasileña empezó un nuevo ciclo. Ahora probablemente vaya a ocurrir lo mismo.

¿Qué lecciones cree que pueden extraerse de la experiencia actual?

Bueno, eso es algo que corresponde a los que están ahí dentro. Ahora bien, cualquier selección que venga a un Mundial debe tener una programación, y es necesario respetar sus decisiones. A mí se me criticó mucho por hacer que los jugadores estuviesen más concentrados, pero es difícil que la gente entienda que, cuando se dispone de poco tiempo, hace falta aprovecharlo todo de la mejor manera posible.

Para una selección, el Mundial equivale a trabajo. Para quien está a su alrededor, es una fiesta. Por lo tanto, hay que saber marcar muy bien las líneas divisorias, porque las exigencias serán muchas. Habrá discusiones, pero no por perder se puede decir que todo ha fallado. Hay muchas cosas positivas que deben aprovecharse.

Los propios Países Bajos, que ganaron a Brasil en 2010, mantuvieron una base experimentada, y consiguieron esa continuidad. Alemania también.

¿Cree que han faltado vínculos con la anterior generación de Brasil, sobre todo en lo que respecta a la experiencia?

Como he dicho, no por perder ha fallado todo. Y tampoco porque un jugador tenga una edad más avanzada tendrá que dejar de jugar. Klose, por ejemplo, tiene 36 años, y es el máximo goleador de la historia del Mundial. Por lo tanto, hace falta ponderarlo todo y encontrar un equilibrio, con renovación y jugadores experimentados que, en los momentos de dificultad, puedan hacer un llamamiento a la responsabilidad, ser líderes dentro de la cancha y unir al equipo para evitar fallos como el que ha tenido la selección.

Usted ha hablado muy bien de Alemania. ¿Cómo ve a Argentina para esta final? ¿Tácticamente, está en condiciones de pelear por el título?

Creo que la situación es parecida: Argentina ha ido resolviendo su rompecabezas a lo largo del Mundial, hizo cambios de jugadores que salieron bien. Por ejemplo, antes [Javier] Mascherano estaba muy solo en el mediocampo. Así, con la entrada de un jugador que se ha posicionado a su lado, ese sector se reforzó. [Martín] Demichelis ha aportado más personalidad, y las piezas encajaron. Y eso ha modificado un poco el posicionamiento de [Ezequiel] Lavezzi, también, que ha pasado a una ubicación algo más atrasada. Ofensivamente, ya tienen a [Lionel] Messi, [Gonzalo] Higuaín y el propio Lavezzi, no hace falta mucho más. Es necesario tener espacio para llegar con velocidad, y no desordenarlo todo.

Usando eso como base, ¿cree que este Mundial trae una nueva tendencia para el fútbol de hoy en día, con una mayor búsqueda de goles y equipos más volcados al ataque?

Mire, no por usar tres o cuatro jugadores en ataque tendremos necesariamente un equipo ofensivo. Podemos tener un jugador, o ninguno, y aun así llegar con cuatro o cinco en ataque. Son paradigmas que se están rompiendo durante el Mundial. La única selección que jugaba con tres arriba y presionaba todo el tiempo era Chile, y eso por las características de sus jugadores.

Sabían que, defensivamente, no contaban con la estructura física necesaria para resistir las acometidas del contrario, así que reaccionaban atacando. En general, creo que la tendencia es tener más jugadores ofensivos y rápidos, que juegan según el error del adversario.

En este torneo ha habido muchos goles porque los delanteros son cada vez más eficaces y móviles dentro del campo. Y en el sistema actual, con todo el mundo defendiendo a la vez, volviendo atrás desde el mediocampo para cerrar espacios y atraer al rival —y entonces sí, salir con velocidad tras la recuperación—, trae buenos resultados. El juego en general se ha vuelto más dinámico.

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