Comayagua centro de tradiciones religiosas

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Hasta el tiempo actual, los habitantes de Comayagua realizan varias tradiciones religiosas; unas en forma cotidiana; otras que marcan las temporadas de Navidad y Semana Santa, las más importantes para el mundo cristiano. Ser la sede del Obispado de Honduras significaba liderar todo el quehacer religioso de la provincia, ser la comunidad ejemplo en la realización de los procesos cotidianos y cíclicos, necesarios para vivir una “vida cristiana y civilizada”.

Para ser considerado buen cristiano, el ciudadano de la provincia colonial, sin importar su clase social, debía participar activamente en las tradiciones que le correspondía. Hubo tradiciones de clase y tradiciones de provincia. Todas estas actividades funcionaban como componentes constructivos esenciales de la identidad social local, según el historiador Jorge Amaya.

Alfombras de Comayagua

El propósito de las alfombras de aserrín es realzar las procesiones con la virgen, Cristo y los santos, durante la Semana Santa. Según el sacerdote Juan Ángel López, estas decoraciones recuerdan la brevedad del trabajo humano.

Moros y cristianos

“El baile de los Diablitos” como los guancascos y otros bailes religiosos practicados exclusivamente por miembros de las comunidades de nativos, lograban su integración a la gran comunidad de la “iglesia viva” de cada villa o localidad, pues les permitía aportar aspectos y elementos de su cultura e idiosincrasia a las celebraciones religiosas cíclicas más importantes, fundamentales para generar cohesión social e identidad local en las provincias. Historiadores y antropólogos afirman que el Concilio de Trento estimuló una actitud proactiva en las comunidades religiosas, con el propósito de contrarrestar el avance ideológico del protestantismo.

Sobre “El baile de los Diablitos”, el antropólogo Mario Ardón Mejía explica en la monografía “Moros y Cristianos en Honduras”, que esta es una danza dialogada llamada “morisma” en España y “moriscada” en Portugal.

El propósito principal de estos rituales era simbolizar la derrota del islam por el cristianismo, a pesar de ser este más débil en elementos militares. Entre las variantes de danzas dialogadas en Honduras, esta corresponde a Comayagua.

Procesiones

Importantes devociones como el Rosario se transformaban en espectáculos callejeros cuyo objetivo último era “atraer hacia Cristo” a todos quienes le presenciaran, pues la intensidad emocional del ritual estaba diseñada para impresionar y conmover “hasta los corazones más fríos”.

Las procesiones cristianas ya eran un sincretismo entre varias religiones que se practicaban en el Imperio Romano. Cuando se empezaron a realizar en América, adquirieron ritmos y colores propios del mestizaje que estaba ocurriendo desde los inicios del siglo XVI.

El sentido de la procesión es mostrar en público la escultura de un santo, la devoción específica hacia la virgen maría (Inmaculada Concepción, en el caso de Comayagua) o uno de los momentos importantes de la vida de Jesús Cristo, como “El Niño Jesús”, el Cristo Crucificado o el Cristo Muerto, bajado de la cruz. Todos estos sentidos y rituales callejeros eran diseñados y ejecutados por los miembros activos de las cofradías, quienes se encargaban de mantener viva la tradición en el “tiempo ordinario”, es decir, el tiempo transcurrido entre la Navidad y la Semana Santa. También se encargaban de aportar dinero para mantener los vestuarios y la parafernalia necesaria para la procesión.

Turismo religioso

En Comayagua es posible experimentar las tradiciones cristianas de la Época Colonial, con toda su intensidad y colorido, porque sus organizaciones cristianas de base se han encargado de mantenerlas vivas y adaptarlas a los “nuevos tiempos”. Durante la Navidad y la Semana Santa, el ritmo de la ciudad cambia notablemente y la circunstancia de un clima diferente y propio, más la preparación de alimentos que solo se cocinan y consumen en esos periodos específicos del año, construyen una atmósfera especial y única, que brinda la oportunidad de experimentar una gran reminiscencia religiosa, con significados diferentes para cada persona: El turista presenciará un recorrido y representación de tiempos pasados, generando una experiencia emocional inolvidable; y para el creyente local, una renovación de la experiencia cristiana en toda su intensidad, como lo vivían sus abuelos, bisabuelos y demás antepasados.

El “turista religioso” experimentado probablemente realizará varias comparaciones con experiencias similares, llevadas a cabo en otras “capitales religiosas regionales” que han compartido igual protagonismo y responsabilidad histórica y cultural, dentro de su país, como lo ha hecho la ciudad de Comayagua, hasta ahora.

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