Claves para que su hijo coma bien

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Cuando su niño no come usted lo regaña y si come lo premia con un helado? ¿Come frente
a su hijo comida sana o chatarra?

La respuesta a estas preguntas determinará en gran manera su salud.

La alimentación es sin duda un factor clave para la salud de los niños, pero también lo es la
manera en que padres o cuidadores enfocan la hora de comer.

Expertos de asociaciones y comités de nutrición en Estados Unidos y España han evaluado
la influencia de diversos estilos de educación en relación a la alimentación infantil,
comenta la experta en wellness Elsa Sada.

“De sus investigaciones se desprende que conviene que los padres sean sensibles a las
necesidades de sus hijos y respeten sus señales internas de hambre y saciedad, sin olvidar
que la presencia de alimentos poco saludables en el hogar debe ser escasa”, expresa.

Durante los primeros años de vida, los niños aprenden qué, cuándo y cuánto comer a
través de sus experiencias tempranas y directas con la comida.

Interés. “Las investigaciones revelan que la ingesta de frutas, verduras y de leche aumenta
en los niños cuando observan a los adultos consumirlas”, dice Sada.

Las preferencias alimentarias están influenciadas por la disponibilidad, la accesibilidad y la
familiaridad de los alimentos, así como el modelaje de los padres.

“Juegan un papel crítico en el desarrollo de las preferencias alimentarias de los niños”,
destaca.

Factores familiares

El tipo de crianza es un factor fundamental para definir la dieta de los menores:

1. Padres autoritativos, prevención más eficaz de la obesidad.

Los padres que siguen un estilo de crianza autoritario ejercen control sobre sus hijos, pero
lo hacen con mucho afecto, apoyo y “responsividad”.

2. Padres autoritarios, niños con riesgo de obesidad multiplicado por cinco. En este
enfoque se aplica mucho control y se hace de forma crítica, con poco afecto. “Se emplea
una estricta disciplina y puede ser insensible a las necesidades emocionales del niño y suele
haber regaños físicos o verbales”, dice Sada.

3. Padres permisivos, el riesgo de obesidad se duplica. Los padres o cuidadores permisivos
ejercen muy poco control sobre los niños.

No confían en el autocontrol del niño y no transmiten expectativas claras acerca de su
comportamiento.

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