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Durante el quinto día del juicio contra el expresidente Juan Orlando Hernández en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, el turno del cuarto testigo de la Fiscalía, Manuel Prado, un traductor, fue objeto de cuestionamientos debido a un error ortográfico detectado en el proceso.
Prado, al ser cuestionado sobre su método de traducción, explicó que utiliza la difusión verbal de la información, conocida como «Word of mouth», y reveló que ha trabajado como intérprete durante 35 años, incluyendo la preparación de transcripciones de grabaciones de audio y video.
La fiscal Elinor Tarlow presentó a Prado como perito, quien certificó haber revisado videos, audios y mensajes de texto relacionados con el caso durante unas 350 horas, cobrando 70 dólares por hora.
Sin embargo, el abogado defensor Raymond Colón señaló un error ortográfico en una carpeta presentada como evidencia, donde el apellido «Hernández» estaba escrito como «Hernandes». Prado admitió el error, argumentando que la corrección depende del nivel educativo del autor.
Tras una serie de intercambios entre Colón y Prado, el juez Kevin Castel concedió una moción de anulación, criticando al perito por no corregir el error de inmediato. Prado defendió su posición, afirmando que la corrección dependía del contexto.
El testimonio del perito concluyó con la intervención de la fiscal, quien interrogó sobre la presencia de otros errores ortográficos y cuestionó el cambio de «s» a «z» en la palabra «Hernández», argumentando que si el autor del documento no tenía un nivel educativo, no podía corregirlo.
Estos eventos destacan la importancia de la precisión y la exactitud en el proceso judicial, así como la atención a los detalles, incluso en aspectos aparentemente menores como la ortografía, durante el juicio contra Hernández.
