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Bernardo Arévalo ha sido elegido como presidente de Guatemala con el 59% de los votos, según el conteo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con el 95% de las mesas de sufragio contabilizadas.
Irma Palencia, presidenta del TSE, anunció con entusiasmo que Arévalo lidera la tendencia con una amplia diferencia, mientras su contrincante, la ex primera dama Sandra Torres, obtuvo el 36% de los votos, en base al conteo oficial.
El presidente en funciones, Alejandro Giammattei, felicitó a Arévalo por su victoria y lo invitó a participar en la transición del gobierno guatemalteco una vez que se oficialice su triunfo por parte del TSE.
Durante la jornada electoral, los cerca de 3,500 centros de votación funcionaron con normalidad y no se reportaron incidentes significativos. Irma Palencia destacó que se observó un porcentaje histórico de participación en las elecciones.
El rápido escrutinio electrónico se vio beneficiado por la presencia de solo dos candidatos, a diferencia de la primera vuelta electoral.
Bernardo Arévalo, hijo de un expresidente, genera expectativas de cambio en un país afectado por la pobreza, la violencia y la corrupción, que ha provocado la migración de miles de guatemaltecos cada año.
A pesar de su victoria, Arévalo enfrenta desafíos, ya que es visto con cautela por la élite política y empresarial que domina Guatemala y que ha sido acusada de corrupción. La fiscalía intentó excluirlo del balotaje para evitar que llegara al poder.
La figura de Arévalo, con experiencia diplomática y parlamentaria, brinda esperanzas de cambio. Se espera que forme un gobierno con una amplia base de conocimiento y experiencia para enfrentar los desafíos del país.
Mientras tanto, Sandra Torres, candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), contó con el apoyo tácito de Giammattei y de la élite empresarial aliada al gobierno. Aunque prometió ayudar a los pobres y giró hacia la derecha en años recientes, enfrenta dudas sobre su reconocimiento de la derrota y alega irregularidades en el proceso de votación.
La presidencia de Arévalo inicia en un momento de complejidad y desafíos para Guatemala, con preocupaciones por maniobras judiciales y una sociedad dividida por cuestiones políticas y sociales.
