En busca de una iglesia católica más humilde y cercana a la feligresía, el papa Francisco, suprimió los títulos honoríficos, entre ellos el de «monseñor» como una medida para acabar con el clasismo y el espíritu mundano dentro de la jerarquía eclesiástica.
El único título que los obispos podrán conservar es el de «capellán de su Santidad» destaca la carta enviada por el Secretario de Estado del Vaticano a los nuncios o embajadores de la Santa Sede en todo el mundo para que informen a los obispos sobre la medida.